No es casual que en el siglo XXI el autoerotismo de las mujeres, siga siendo una práctica por la que circulan diversos mitos e ideas negativas.

Este imaginario, que consigo lleva cara de asco, de burlas, de morbo y machismo, solo se relaciona con nuestro autoplacer. Se presenta cada vez que una mujer asume que se sabe y disfruta de darse placeres. 

El autoplacer de nosotras, es también un tabú ¿Y qué es un tabú? Este concepto se le designa a las conductas moralmente inaceptables para una sociedad. Comprendamos entonces que para una sociedad altamente misógina (que odia y utiliza  alas mujeres)  es inaceptable la autonomía de nuestras cuerpas y placeres. Debemos entonces saber para luego cuestionar y ojalá llegar a de-construir el por qué el autoplacer de las mujeres es una conducta inaceptable y digna de reprochar.

 Cabe entonces preguntarnos ¿Y por qué mi autoplacer es inmoral? Porque se sale de los márgenes de lo que la sociedad espera de nosotras ¿Y qué se espera de nosotras? Que acate los roles y estereotipos asignados al género femenino, los cuales incluyen la esfera sexual. En esta construcción, de lo femenino, se espera que seamos sumisas, emocionales, débiles y dependientes, siendo la reproducción, nuestra principal función social. En resumen, se espera que seamos un objeto de deseo y cuerpos de reproducción. 

Para desgracia de todas, el patriarcado nos ubicó en la parte inferior de la dinámica del dominio y en consecuencia, tocamos la parte menos dulce del pastel y nuestra cuerpa lleva el símbolo de objeto. La inmoralidad del autoerotismo es parte de la dominación y posesión que se intenta sobre nuestras cuerpas y mentes. Si me masturbo es probable que sienta culpa o crea que estoy haciendo algo indebido. Detengámonos en este punto y preguntémonos ¿Y por qué no debo darme placer a mi misma?; ¿Entonces mi cuerpo no es mío?; ¿Por qué es un privilegio masculino? y ¿Por qué debo esperar a que alguien venga a darme el placer que yo misma me puedo dar?

En la esfera de lo sexual, hay mucho aún en lo que disidir y de-construir, pero en cuánto al autoplacer, es urgente que repensemos de donde vienen todas estas ideas que poco nos cuestionamos, como si no nos incomodara, como si realmente no necesitáramos huir de ellas. Es que el patriarcado habita tan dentro de nuestra ser, que vomitarlo duele, porque nos remueve por dentro y nos incomoda por fuera. 

El autoplacer, es solo un eslabón de esta lucha, porque para vivir una sexualidad más libre y placentera, es necesario que aprendamos a darnos placer, si ¡Que lo aprendamos! Porque ese instinto, esa impronta y ese deseo, nos ha sido robado, nos han saqueado el territorio completo ¡Nuestro territorio! dejándonos sin espacios para habitar-nos, para disfrutar-nos. Orgasmar, ha sido también, un bien usurpado. Nadie habla de lo bien que nos hace orgasmar, de lo rico que es saborear-nos entre orgasmos. Porque el placer del orgasmo, es otro privilegio que no nos tocó. 

Volviendo a la moral, creo que a Diosito, no le gusta vernos disfrutar, le molesta el ocio y la independencia y por sobretodo, le preocupa la emancipación de las mujeres. Porque sin nosotras, al servicio del placer de la otredad, baja su producción de ciervos y ciervas. La religión y la moral, mantienen una relación amorosa, basada en la cultura del amor romántico, y como tal, se mantendrán unidas ante lo próspero y lo adverso. 

La culpa ha sido una de las mayores armas de sumisión de las mujeres, es tan poderosa, que la mayoría de nosotras ha crecido y se ha desarrollado con su desagradable compañía.  Porque se nos ha traspasado el gen de la culpabilidad y la complacencia, logrando que sintamos culpa por todo aquello que transgrede la norma y el mandato. El autoerotismo no se ha salvado de esta, y somos muchas las que por años nos tocamos con el peso de la culpa en nuestras manos, en nuestra cama, en nuestro cuarto ¡En todas partes! si, en todas partes, porque pareciera que te vigila.

Es un alivio orgásmico cuando abortas con todas estas ideas, cuando logras sacarte esos kilos de amargura que te cubren la piel. Cuando ya reírte y hasta burlarte del tema, ya no te asusta, porque si la culpa de todo es de nosotras, entonces ¡Me declaro culpable! y que se vaya a la mierda todo lo  bendito, porque yo ¡No quiero ni nunca pedí ser una santa! y me atrevo a decir, que casi ninguna de las que ahorita, están leyendo este post. 

Y entonces cada vez que me autoerotizo, sin miedo, sin culpa ¡Me empodero! transgredo las normas implícitas del género, y doy un salto desde el ser objeto  inactivo al ser sujeta activa, desde el ser objeto de deseo a ser una sujeta deseante, de ser señorita a ser libre, de ser dependiente a ser autónoma. A la moral y las buenas costumbres no le agrada ni le beneficia que las mujeres nos cuestionemos este tema, ni que las respuestas sean desde una perspectiva crítica y feminista, ni que comencemos a autoerotizarnos conscientes de que estamos “faltando a sus principios” ni mucho menos, que sea esto mismo, lo que nos pueda provocar aún mayor deseo ¡Aún más placer!

Amiga ¡¡Tócate, masturbate, autoerotizate!!

¡¡Sé Inmoral!!

Santo orgasmo, que estás en mis manos, santificado sea tu placer, venga a nosotras tus gemidos, hágase tu voluntad así en mi tierra como en mi cielo, déjanos siempre caer en tentación y libranos de toda culpa.

¡Amén al autoplacer!

Vulva Furiosa 

Ilustradora: Polly Nor